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Ante la sugerencia de escribir una nota en Revista de Artes, la primera pregunta que surge es ¿qué voy a escribir?
Y como en todo acto creativo me entrego..., busco, pienso, juego, dialogo. Cada frase que surge es un encuentro, en cada encuentro, un descubrimiento y en cada descubrimiento ,un encuentro.
Es como cuando estoy en mi taller frente a una tela en blanco o con diversos materiales para hacer un collage, un objeto o simplemente una forma que después encontrará su lugar. Hacerlo es un gran desafío, un compromiso.
Esa posibilidad de encuentros nace mucho antes, ¿dentro de mí?, ¿fuera de mí?, ¿en otros tiempos quizá? ¡Qué misterio!
Somos un cúmulo de vivencias, experiencias, momentos.... a veces muy intensos frente a un acto creativo, frente a una tela en blanco. Es despojarse de todo y dejarse sorprender por lo que sucede: la libertad del instante,
donde aparece en mí esa sensación inmensa de plenitud, de grandeza, de interrogantes, de incertidumbres, de alegrías y sufrimientos.
Es intentar hacer posible lo inverosímil. Parece simple pero no lo es.
Lleva tiempo, años y años de trabajo, investigación y también ocio creativo.
El acto creativo es estar en soledad, con uno mismo, olvidarse de las reglas y de lo establecido. Aceptar las fluctuaciones del pensamiento; querer ver más allá de la pintura, de las imágenes, de los volúmenes, de la dimensión infinita. Y poder trasmitir ideas, provocar sensaciones, sentimientos, vibraciones.
Tratar de expresar el pensamiento en belleza. Es decir CREAR pero por sobretodo SER. Ser creando y estimular la reflexión y la imaginación con su correspondiente desarrollo de la sensibilidad, de la intuición.
En el ARTE se pone de manifiesto el pensamiento.
Las palabras tienen un don especial, comunican a quienes saben escuchar una presencia, una magia, una musicalidad, una poesía otorgándonos un momento ilusorio, con la imagen plástica ocurre lo mismo. El mundo se percibe de otra forma. Y en la expresión plástica, el espectador puede tener experiencias visuales, espirituales y mentales de un carácter auténtico, intenso.
Con el ARTE se puede cambiar y mejorar el mundo, impulsar a la humanidad hacia adelante: imaginar, dejar volar las fantasías, inventar, reinventar, crear, recrear, explorar, curar, expresar los sentimientos más profundos con total autenticidad.
Muchas veces, para expresarnos libremente necesitamos una situación límite. No lo hacemos antes por pudor, por autoprotección, por miedo a volvernos frágiles, por temor a la vulnerabilidad, a la opinión…Protegemos nuestras emociones como en una caja, un cofre, un objeto.
La creación sale del orden y del caos; construcción-destrucción-construcción. El artista trasmite un mensaje que a veces va más allá de la comprensión, del tiempo.
Al respecto, hace un mes en Barcelona he vivenciado una experiencia muy fuerte: en una revista me enteré de la existencia de una sinagoga del siglo XII, la más vieja de toda España. Al día siguiente me encuentro con mi amigo y sus hermanos. Al expresar mi inquietud y deseo de conocer el lugar, para mi sorpresa, ¡¡oh!! uno de ellos dirigía esa sinagoga.
Cuando llegamos al templo mi emoción fue tan profunda, tan inmensa que no pude dejar de temblar y llorar.
En sus paredes encontré las texturas de mis trabajos, los mismos colores con sus rugosidades, sus formas irregulares, lo áspero, sus hendiduras, agujeros, grafismos, signos, etc.
El frente del lugar -sus muros y columnas- era igual a una instalación que realicé en el año 1999 en una muestra de paisajismo; y el logo del catálogo es igual a mi apellido pero con omisión de la letra o.
Sentí realmente que allí estaban mis antepasados, hechos inexplicables que quiero descifrar, develar. Situaciones frecuentes en la sensibilidad perceptiva de los artistas.

 
Pintar para mí es reflexionar sobre la vida, ella va más allá de la contemplación. Aprender a ver y mirar a través del estudio de una línea, una mancha, un signo, un punto, etc.; encontrar nuestras propias formas, aceptar nuestros cambios, encontrar nuevos caminos: como el collage, los objetos con sus reminiscencias a nuestras realidades cotidianas. Así, una caja se convierte en un espacio vulnerable a nuestra intimidad: los símbolos como recuerdo misterioso de un pasado que ya es historia y un futuro que es misterio. Sin duda los secretos de lo oculto yacen en mi alma.
Y el límite como verdadero protagonista del espacio. Y el PRESENTE, otro límite, el verdadero protagonista del tiempo.
También quiero señalar lo importante que es para mí el contacto con la naturaleza, esa visión inconmensurable que se asemeja al contacto más íntimo con nuestro yo interior para dejar fluir nuestra esencia. Y trato de trasmitir esas vibraciones internas a mis trabajos.
Darle importancia al vacío y al silencio, a la simplicidad, a la belleza de la imperfección. Distinguir lo esencial y lo superfluo, dándole preponderancia a la mínima expresión.
Rescatar el valor de una piedra, de una rama, de un papel rasgado, de los hilos con sus respectivas tramas, tejidos que al igual que la vida nos remiten al pasado, a lo primitivo, al origen.
 
IVONNE JACOB

Ivonne Jacob nace en Young, Depto de Rio Negro, Uruguay. Desde 1974 se radica en Buenos Aires. Vive y trabaja en su taller de Plástica en el barrio de Belgrano.
De amplia formación plástica, termina su perfeccionamiento con el maestro Adolfo Nigro.
Su infancia se desarrolla en contacto con la danza, el ballet, llegando además a ser concertista de piano. En la Plástica de dedica en sus comienzos al paisajismo. Incursiona en el diseño y recuperación de muebles, y también en la ilustración de portadas de libros.
Dicta clases en su taller, donde, además, realiza estudios sobre el lenguaje plástico.
Ha participado de diferentes muestras colectivas e individuales desde 1985, realizando exposiciones de sus obras en Argentina, Uruguay, Bélgica, Estados Unidos, Inglaterra y Suecia, con notables comentarios de críticos de arte prestigiosos.

 
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