Desde Uruguay
MARIA LUISA FRANCESCO
NOCHE DE CALORES.

Fue una noche de calor pegajoso, me metí en la cama con la esperanza de que el vaso de licor y un par de cigarrillos produjeran el milagro de un sueño donde una lluvia fresca me asegurara un despertar más calmo.

Sería apenas más alto que yo y entró con el mal sigilo de un ladrón improvisado por la sociedad del desamparo. Debí asustarme y gritar, quizá pedirle que no me lastimara, horrorizarme con el supuesto otro que más allá de las penumbras aguardaba, pero el hombrecillo se asustó más que yo. Era auténtica su primera vez de intentar el robo asustando mujeres solitarias. Habrán brillado mis ojos en la oscuridad, me habrá ayudado mi sudor nocturno, o mi cuerpo semidesnudo en las sombras lo dejaron allí, entre su primer robo o su primer fracaso y en ese mismo momento, lo desee tanto, tanto, que el cazador se sintió feliz, preso y reconfortado.
Ni palabras, menos aún violaciones, tan sólo los mágicos aullidos humanos fueron los sonidos que nos compactaron con la noche. Lo dejé creer que me forzaba un poco, lo dejé hacer como hacen los inexpertos, metiéndose en profundidades tibias con prisa y sin entenderlas, sumisa y sonriente lo fui complaciendo, él fue liberando su miedo de noche delictiva hasta soltar con rabia casi infantil la emoción final. Me estaba gozando en la sumisión lo que vendría después.

Temblando de vergüenza quiso escapar sin más y entonces fue cuando le llegó el calor de mi caricia, única y sabia, le di allí mismo el mejor zarpazo de fiera en cautiverio, lo derribé sin arrepentimientos. Se quedó temblando, bramando con una nueva forma de deseo que no conocía mientras yo lo iba devorando por partes y sin prisas.
Se fue animando a jugar, era un muchacho y me producía ternura su torpeza, encontramos los dos juntos la forma de gritarle a la noche. No nos alcanzó el grito y quisimos aullar sin piedad por los vecinos, arrepentirnos de ser él un joven ladrón y yo, una mujer solitaria a punto de ser llamada, menopáusica.
Sí, era un muchacho y sólo él pudo redimir en una noche mi absoluta soledad y ese calor tórrido que me atacaba en pleno invierno.
Con el acuerdo tácito de que volvería a robarme el calor otra madrugada, lo dejé partir casi al amanecer. Un nuevo amanecer donde sonó el despertador y me levanté sin prisas intentando retener una a una las imágenes del sueño erótico que me había inventado, como tantas otras veces, paliando la soledad y el calor en las madrugadas sin amor.

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Nace en Misiones- Argentina, hace como 47 años, un dos de abril, es ciudadana uruguaya desde hace mas de 25 años.
Estudio Letras en la Facultad de Humanidades de Montevideo.
Hace un Post-grado en Letras para niños y jóvenes en Uruguay. Estudió en la Universidad Les Heures y en el Instituto Rosa Sensat de Barcelona. Estudia Psicología Cognitiva en el Instituto Kubly de Monterrey, México.
Publica 3 libros: Salto ciudad poesía, Espejos: Talleres Literarios para Niños.
En el año 2002 con trabajos de niños publicó: Te regalo una Esperanza.
Ha obtenido Premios en revistas y diarios uruguayos y en Cuba por sus trabajos.
Representó a Uruguay en el Programa Internacional de Literatura Infantil con sede en México, auspiciado por UNICEF.