Derechos reservados - año 1 - número 6

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Artes meditativas del zen

La importancia que concede el zen a la naturalidad, la espontaneidad y al hecho de manifestar la naturaleza búdica en las actividades diarias, ha significado que el espíritu ha influido sobre una gran variedad de formas artísticas, especialmente en Japón. Éstas influyen pinturas en tinta de paisajes y de maestros zen, caligrafía, poesía, teatro Nó, jardinería, arreglos florales y varias actividades que no solemos generalmente considerar <arte>: el tiro con arco, la esgrima y la ceremonia del Té.
Las artes zen buscan expresar la verdadera “mismidad” de un fenómeno o situación, su misterioso “espíritu” viviente que forma parte de la esencia siempre cambiante de la existencia. Esto exige una intuición que fluya libremente y que surja del estado de no-pensamiento. Para realizar la expresión de la mismidad, el artista aspirante zen debe haber pasado por un largo entrenamiento para desarrollar una comprensión perfecta de las habilidades técnicas de su arte.

Entonces calma su mente prestando atención a la respiración, y busca desarrollar una intensa y absoluta concentración sobre lo que desea retratar, y alcanza idealmente el estado de no-pensamiento. Entonces puede superar toda dualidad entre <él mismo> y su <objeto>, de forma que se convierte en <él>, y puede expresarlo en forma directa y espontáneamente a través de los instrumentos de su arte. La inspiración surge desde las profundidades de la Mente última que es la naturaleza interna suya y de su objeto y expresa su mismidad, por decirlo de alguna manera, desde el “interior” del objeto. “Convertirse” en el objeto también se busca en las visualizaciones tántricas, pero mientras que el arte tántrico pone énfasis en la riqueza y el poder oculto de la pura Mente vacía, el arte zen enfatiza la participación en las cosas simples de la vida ordinaria; por ejemplo, usando un junco de bambú en lugar de un bodhisattva visualizado.

Cuando se crea verdadero arte zen, no se le considera obra humana, sino más bien la expresión de la naturaleza fluyendo espontáneamente a través del artista. En el arte zen del tiro con arco, por ejemplo, el acto de soltar la flecha debería realizarse con la misma naturalidad con la que una ciruela madura cae de un árbol, en el preciso momento en el que el arquero se ha “transformado” en la diana.
El artista evita la utilización del color, porque busca ver mas allá de los detalles de la apariencia superficial para captar la mismidad de su objeto: recrear sobre el papel su “movimiento vital”, su carencia de objetivo, y la libre fluidez del “espíritu”.
De acuerdo con el ideal zen, la vida humana se entremezcla armoniosamente con la naturaleza y con sus ritmos. En el primer plano, la aspereza asimétrica de los árboles y las rocas realza la naturalidad,, mientras que en el plano medio hay muchos espacio vacío, lo que sugiere la vacuidad misteriosa de la que todo emerge.
Otro ejemplo del arte zen es el Haiku…

Peter Harvey
El budismo
Ed. Cambridge University
Año 1998
Pag. 315 a 317.