Revista de Artes
Edición nº 13

marzo / abril 2009
Buenos Aires
- Argentina


 

 

LEONARDO DA VINCI
¿ARTISTA DE LA COCINA Y CULTOR DE LOS BUENOS MODALES?

Es posible que esta historia sea ficción -aprovechando la fama del protagonista- pero, aún en ese caso, es lo suficientemente interesante como para compartirla.

 

El Codex Romanoff es propiedad de una reservada familia italiana. Se trata de un libro, escrito a maquina tras la segunda guerra mundial, que comienza diciendo: "Ésta es la obra que yo, Pasquale Pisapia, he copiado a mano del manuscrito de Leonardo da Vinci que se conserva en el Ermitage de Leningrado". (Ahora diríamos Hermitage, de San Petesburgo). Sin embargo no se conoce al tal Pasquale y los responsables del Hermitage niegan poseer tal manuscrito. Verdad o leyenda, el tema del libro está de acuerdo con hechos de la vida de Leonardo que se conocen por otras fuentes y lo divertido de su lectura hace que hoy lo traigamos a nuestras páginas.

Parece ser que Leonardo da Vinci mostró durante toda su vida un gran interés por la cocina.

Da Vinci adquirió esos conocimientos desde la infancia, porque su padrastro era repostero y le inculcó muchos comportamientos vinculados a la cocina y la comida. Leonardo, ya adulto, montó una taberna, "Los Tres Caracoles", con Sandro Botticelli, cocinó allí por tres años y llegó a ser maestro de banquetes y festejos en la corte de Ludovico Sforza, señor de Milán, entre 1485 y 1500.

Realizaba los modelos de sus inventos en mazapán (que su señor se comía sin muchos miramientos), inventó numerosas maquinas para "facilitar" el trabajo en la cocina (con mayor o menor éxito) e incluso una de sus obras más conocidas trató el tema (La Última Cena).

El proceso de creación de  La Última Cena, le llevó  cuatro años. Durante  el primero, paseó por la capilla Santa María delle Grazie; durante el segundo y tercer año experimentó y probó recetas evaluando  qué viandas pintaría en la despedida de Cristo de sus apóstoles,  cuando optó por un sencillo menú de puré de nabos, rodajas de anguila y panecillos, pintó  su obra en 90 días.

Leonardo describe  experimentos para preparar  una dieta vegetariana, modales en la mesa,  recetas, análisis de sus componentes e invenciones de aparatos que  ayudan en la cocina de la cocina, reducen los olores desagradables y aseguran una mayor higiene.

Ya en la Edad Media, si bien se usaban los dedos para comer, era un ritual importantísimo, por tanto, lavarse las manos antes, y además, entre los más refinados -los árabes, por ejemplo - también existían normas sobre qué dedos usar.

La mesa está preparada, los manjares listos, los invitados a punto de entrar en el salón.¿Conoce Ud. a cada uno de ellos?, ¿está seguro de que tienen buenos modales?...

Muchas recomendaciones deben ser tenidas en cuenta, veamos algunas de ellas:


Éstos son hábitos indecorosos que un invitado a la mesa no debe practicar :

  • Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado.
  • Tampoco ha de poner la pierna sobre la mesa.
  • Tampoco ha de sentarse bajo la mesa en ningún momento.
  • No debe poner la cabeza sobre el plato para comer.
  • No ha de tomar comida del plato de su vecino de mesa a menos que antes haya pedido su consentimiento.
  • No ha de poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos sin antes preguntárselo.
  • No ha de enjugar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa.
  • Ni utilizar su cuchillo para hacer dibujos sobre la mesa.
  • No ha de limpiar su armadura en la mesa.
  • No ha de tomar la comida de la mesa y ponerlo en su bolso o faltriquera para comerla más tarde.
  • No ha de morder la fruta de la fuente de frutas y después retornar la fruta mordida a esa mismo fuente.
  • No ha de escupir frente a él.
  • Ni tampoco de lado.
  • No ha de pellizcar ni golpear a su vecino de mesa.
  • No ha de hacer ruidos de bufidos ni se permitirá dar codazos.
  • No ha de poner los ojos en blanco ni poner caras horribles.
  • No ha de poner el dedo en la nariz o en la oreja mientras está conversando.
  • No ha de hacer figuras modeladas, ni prender fuegos, ni adiestrarse en hacer nudos en la mesa (a menos que mi señor así se lo pida).
  • No ha de dejar sueltas sus aves en la mesa.
  • Ni tampoco serpientes ni escarabajos.
  • No ha de tocar el laúd o cualquier otro instrumento que pueda ir en perjuicio de su vecino de mesa (a menos que mi señor así se lo requiera).
  • No ha de cantar, ni hacer discursos, ni vociferar improperios ni tampoco proponer acertijos obscenos si está sentado junto a una dama.
  • No ha de conspirar en la mesa (a menos que lo haga con mi señor).
  • No ha de hacer insinuaciones impúdicas a los pajes de mi señor ni juguetear con sus cuerpos.
  • Tampoco ha de prender fuego a su compañero mientras permanezca en la mesa.
  • No ha de golpear a los sirvientes (a menos que sea en defensa propia).
  • Y si ha de vomitar, entonces debe abandonar la mesa.
 

Capítulo aparte es "De la manera correcta de sentar a un asesino a la mesa ":
"Si hay un asesinato planeado para la comida, entonces lo más decoroso es que el asesino tome asiento junto a aquel que será el objeto de su arte (y que se sitúe a la izquierda o a la derecha de esa persona dependerá del método del asesino), pues de esta forma no interrumpirá tanto la conversación si la realización de este hecho se limita a una zona pequeña (...) Después de que el cadáver (y las manchas de sangre, de haberlas) haya sido retirado por los servidores, es costumbre que el asesino también se retire de la mesa, pues su presencia en ocasiones puede perturbar las digestiones de las personas que se encuentren sentadas a su lado...".

Fuentes:
VINCI, Leonardo da. Notas de cocina de Leonardo da Vinci. La afición desconocida de un genio. Compilación y edición de Jonathan y Routh Shelagh. Traducción de Marta Heras. Buenos Aires: Planeta, 2004.

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Revista de Artes - Nº 13 - Marzo / Abril 2009
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