Revista de ArteS
Buenos Aires - Argentina
Edición Nº 34
Septiembre / Octubre2012
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Continuidad y transformación de la Diosa en las eras indoeuropea y cristiana

 por Marija Gimbutas *

 

Así como hace un siglo y medio -mediante el descifrado de la Piedra Roseta- Jean-François Champollion fue capaz de establecer un glosario de señales jeroglíficas que sirvieron de llave para la totalidad del gran tesoro del pensamiento religioso Egipcio desde el 3.200 a.C. hasta el período de los Ptolomeos, así, en su ensamblaje, clasificación e interpretación descriptiva de alrededor de dos mil artefactos simbólicos de aldeas Neolíticas tempranas europeas, de 7.000 a 3.200  años a.C., la arqueóloga Marija Gimbutasha  sido capaz, no sólo de preparar un glosario fundamental de los motivos simbólicos como llaves de la  mitología  indocumentada de una era, sino también establecer sobre la base de su interpretación, las señales y líneas principales de una religión basada en la veneración del Universo como el cuerpo vivo de una Diosa-Madre-Creadora, y de todas las cosas vivas en su interior,  participando de  su divinidad –es decir,  una religión;que uno percibe inmediatamente en contraste con el Génesis 3:1 9, donde Adán es mandado por  su Padre-Creador: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado; ya que polvo eres, y al polvo  volverás”. En esta temprana mitología, la Tierra además de todas sus criaturas han nacido, pero no del polvo, sino de la Diosa Creadora misma.
Joseph Campbell

 

El resultado del choque entre las formas religiosas de la Vieja Europa y las foráneas indoeuropeas se hace evidente en el destronamiento de las antiguas Diosas, la desaparición de los templos, parafernalia de culto y signos sagrados, así como en la drástica reducción de las imágenes religiosas en las artes plásticas. Este empobrecimiento comenzó en el centro-este de Europa y, gradualmente, terminó afectando a toda Europa central. Las islas del Egeo y Creta, así como el centro y oeste de las regiones mediterráneas, continuaron las tradiciones de la Vieja Europa durante varios milenios más, pero lo esencial de la civilización se había perdido.


Esta transformación, sin embargo, no se realizó mediante sustitución de una cultura por otra, sino que fue una hibridación gradual de dos sistemas simbólicos diferentes. Dado que la ideología androcéntrica de los indoeuropeos era la de la nueva clase gobernante, ésta nos fue transmitida como el sistema de creencias “oficiales” más antigua; pese a ello, las imágenes y los símbolos sagrados de la Vieja Europa nunca fueron totalmente desplazados; tales rasgos, los más persistentes de la historia humana, se encontraban arraigados muy profundamente en la psique colectiva y sólo podrían haber desaparecido con el exterminio total de la población femenina.
La religión de la Diosa se hundió; no obstante, alguna de las antiguas tradiciones, en particular las relacionadas con los ritos mortuorios, natales y de fertilidad de la tierra, continuaron sin demasiados cambios en algunas regiones donde, incluso, se rastrean en la actualidad; en otras, se asimilaron con la ideología indoeuropea.


En la Grecia antigua, esto creó en el panteón de los dioses indoeuropeos algunas extrañas imágenes, incluso absurdas, siendo la más notable la conversión de la Diosa Pájaro en Atenea, una figura militarizada que portaba un yelmo y un escudo; la creencia en su nacimiento de la cabeza de Zeus, el dios supremo de los indoeuropeos en Grecia, muestra hasta qué punto llegó la transformación: ¡¡ de diosa partenogénica a nacida de un dios !!. Y aún así, no estotalmente sorprendente, ya que Zeus era un toro (el Dios del Trueno es un Toro en el simbolismo europeo) y el nacimiento de Atenea de la cabeza de dicho animal no era otra cosa sino el recuerdo de un nacimiento a través de un bucráneo, el cual representaba al útero en el simbolismo de la Vieja Europa.


 
Diosa Pájaro amamantando a su hijo (c. 5000 a.C.). Figura de terracota perteneciente a la cultura Vinca. Mide 21 cm. y procede de Drenovac, Serbia. Se conserva en el Narodni Muzej de Belgrado, Yugoslavia.
 
Atenea naciendo de la cabeza de Zeus(c. 540 B.C.)

La portadora de la Muerte, la Diosa como Ave de Presa, se militarizó y, así, las representaciones de la Diosa Búho, en estelas líticas de la Edad de Bronce en Cerdeña, Córcega, Liguria, S. de Francia y España, muestran una espada o una daga. La griega Atenea y las irlandesas Morrígan y Badb aparecen en escenas de batalla con forma de buitre, cuervo, grulla o grajo.

La transformación de la misma Diosa en yegua también se produjo durante la Edad del Bronce. Las diosas partenogénicas, que engendran por sí mismas, sin ayuda de la inseminación masculina, como respuesta a un sistema patriarcal y patrilineal, se transformaron gradualmente en amantes, esposas e hijas de otros dioses, erotizándose al ser ensambladas en un principio de amor sexual. Por ejemplo, la griega Hera se convirtió en la esposa de Zeus; incluso éste tuvo que “seducir” (si nos ajustamos a la exactitud histórica, podríamos utilizar el verbo “violar”) a cientos de otras diosas y ninfas para establecer su supremacía. En toda Europa, la Madre Tierra carecía del poder de dar vida a las plantas si no mantenía relaciones con el Dios del Trueno o del Cielo Brillante, en su aspecto de primavera. 

En contraste, la Que Da la Vida y el Nacimiento, el Hado o los Tres Hados, sorprendentemente, continuaron sin variación alguna en las creencias de distintas zonas europeas; la griega Artemisa, la irlandesa Brigit y la báltica Laima, por ejemplo, no adquirieron característica alguna de dioses indoeuropeos ni fueron esposas de ninguno de ellos, y aunque la última aparece en las canciones mitológicas junto a Dievas, el dios indoeuropeo de la luz del cielo, bendiciendo los campos y la vida humana, no lo hace como su esposa, sino como otra diosa en igualdad de poder. 


Artemisa-Diana, diosa cazadora en una cerámica griega

La aplicación del término "reina" para aquellas que no estaban emparejadas con deidades indoeuropeas y que continuaron siendo poderosas por derecho propio, indica un poder residual de la Diosa en la historia de la humanidad. Herodoto escribió “Reina Artemisa”, Hesiquio llamó a Afrodita “la reina” y la romana Diana, que no es otra que la virgen griega Artemisa, se invocaba como regina. El culto a la Diosa, tanto en Roma como en Grecia, pervivió con gran vigor hasta los primeros siglos de nuestra era, hasta el momento de expansión del Cristianismo y de la adopción de los cultos egipcios por el mundo romano.
El relato más inspirado de toda la literatura antigua aparece en el Asno de oro, escrito por Lucio Apuleyo en el siglo II d.C.; se trata de la primera novela en latín, en la de Lucio invoca a Isis desde las profundidades de su tristeza, tras lo cual, aparece ella y le dice:

"Yo soy la madre natural de todas las cosas, señora y rectora de todos los elementos, la progenie inicial de los mundos, poseedora de lospoderes divinos, reina de todo lo que hay en el Infierno, señora de todos los que viven en el Cielo, que se manifiesta única y bajo una sola forma en nombre de todos los dioses y diosas.
Dispongo a mi voluntad de los planetas del cielo, los saludables vientos de los mares y los ominosos silencios del infierno; mi nombre, mi divinidad, se adora por todo el mundo y de diversas maneras, con costumbres variables y bajo muchos nombres”.

Este texto aporta detalles muy valiosos del culto a la Diosa hace casi 2.000 años. La invocación de Lucio es un testimonio de que, para las gentes de los  primeros siglos de nuestra era, la Diosa tenía mayor significación que otros dioses. En el mundo greco-romano, las gentes, obviamente, no estaban satisfechas con lo que le ofrecía la religión oficial indoeuropea y, así, se practicaban cultos secretos –Religiones Mistéricas (Dionisíaca, Eleusiana)- que procedían declaramente de la Vieja Europa y proporcionaban un modo de sentir las experiencias religiosas del pasado. 

Posteriormente, ya en la era Cristiana, la Madre Tierra y la Diosa Parturienta se fusionaron en la Virgen María; así, no es sorprendente que en los países católicos su culto supere incluso al de Jesucristo. En ella existe aún una conexión con el agua vital y los milagrosos manantiales curativos, con los árbolesy las flores, con los frutos y las cosechas; es Pura, Fuerte y Justa. En las esculturas populares en las que se le representa como la Madre de Dios, su imagen es grande y poderosa, mientras que, en su regazo lleva a un Niño Jesús muy pequeño.

Las Diosas de la Vieja Europa aparecen en narraciones populares, creencias y canciones mitológicas. La Diosa Pájaro y la antropomorfa Diosa Donante de Vida, pervivieron como un Hado o Hada y, también,con la forma de un ánade, un cisne o un carnero que trae suerte o fortuna; como profetisa, es un cuclillo y, como Madre Primitiva, aparece bajo la forma de un ciervo sobrenatural (mitología irlandesa) o de un oso (griega, báltica y eslava). 

El culto a la serpiente no venenosa como símbolo de energía vital, renovación cíclica e inmortalidad, pervivió hasta el siglo XX; la mística de su hibernación y despertar, como metáfora de la naturaleza que muere y revive,como símbolo esencial de la inmortalidad de la energía vital, se conservó en Irlanda y en Lituania hasta nuestro siglo, donde la corona de una gran serpiente (la Reina) sigue siendo el símbolo de sabiduría. 

La presencia de la Dama Blanca, la “Muerte”, la cual aparece en forma de ave de presa y de serpiente venenosa, se dejó sentir en distintos países de Europa hasta el presente siglo, a través de estremecedoras imágenes, como la de la mujer alta y vestida de blanco, el grito del ave nocturna y el reptar de una serpiente  ponzoñosa, las cuales proceden directamente del Neolítico.


 

 

Dama Blanca Rígida (c. 6000 a.C.). Figurilla de mármol de la Diosa de la Muerte y la Regeneración con brazos apenas esbozados y un enorme triángulo pubiano. Pertenece a la cultura Karanovo, mide 7 cm. y procede del hábitat de Azmask (Bulgaria). Se conserva en el Narodni Muzej de Belgrado, Yugoslavia.

La Dama Blanca no llegó a transformarse en el indoeuropeo dios negro de la muerte, al igual que la utilización del hueso y los colores blanco y amarillo, como símbolos luctuosos, convivieron en las creencias europeas conjuntamente con el negro, color de luto en las religiones indoeuropea y cristiana. 

La Regeneradora-Destructora, supervisora de la energía cíclica, personificación del invierno y Madre de los Muertos, pasó a ser una hechicera de la noche, dedicada a la magia que, en tiempos de la Inquisición era considerada como discípulo de Satanás.

La desentronización de esta Diosa verdaderamente formidable, cuyo legado fue transmitido a través de mujeres sabias, profetisas y curanderas –que eran las mejores y más valientes mentes de la época-, está manchada de sangre y es la mayor vergüenza de la Iglesia Cristiana: la caza de brujas de los siglos XV a XVII fue un acontecimiento de los más satánicos en la historia europea, llevado a cabo en nombre de Cristo; la ejecución de las mujeres acusadas de brujas ascendió a más de ocho millones y, la mayoría de ellas,colgadas o quemadas, eran, simplemente, mujeres que aprendieron la sabiduría y los secretos de la Diosas de sus madres o abuelas.

En 1484, el Papa Inocencio VII denunció en una Bula Papal la brujería como una conspiración contra el Santo Imperio Cristiano, organizada por el ejércitodel Diablo y, en 1486, apareció el manual de los cazadores de brujas, el “Malleus Maleficarum” (El Martillo de las brujas) que se convirtió en una indispensable autoridad para el terror y el homicidio, ya que se permitía el uso de cualquier tortura física y psicológica para obtener la confesión de las acusadas.


Malleus maleficarum, Lyon 1669

Este periodo puede jactarse de haber sido el de mayor creatividad en el descubrimiento de instrumentos y métodos de tortura. Éste fue el comienzo de peligrosas convulsiones de gobiernos androcráticos que, 460 años después, llegaron a su cenit en la Europa del este de Stalin, con la tortura y asesinato de cincuenta millones de hombres, mujeres y niños. 

A pesar de la terrible guerra entablada contra las mujeres y su sabiduría,así como la demonización de la Diosa, sus recuerdos pervivieron en cuentos de hadas, ritos y costumbres, incluso en distintas lenguas. Las colecciones de cuentos, como los alemanes de Grimm, son ricas en motivos prehistóricos que describen las funciones de esta Diosa del Invierno, Frau Holla (Holle, Hell, Holda, Perchta, etc...). Ella es la Vieja Bruja de nariz ganchuda y pelo desgreñado, cuya energía emana de los dientes y el pelo; provoca la nieve y las tempestades pero, a la vez, regenera la naturaleza; hace que el sol brille y, una vez al año, aparece en forma de paloma, lo que supone un acto de consagración que asegura la fertilidad.

Como rana, Holla saca la manzana roja, símbolo de la vida, del pozo en el que cayó durante la cosecha y la trae de nuevo a la tierra. Su reino es el interior de las montañas y la profundidad de l as cuevas (Holla, el nombre de la Diosa, y Höhle, que significa “cueva”, están claramente emparentados y, en su acepción actual, Hell es la acción de las misiones cristianas.
A Holla, como Madre de los Muertos, se le hacían sacrificios consistentes en el horneado de un pan llamado Hollenzopf, “la trenza de Holla”, durante las Navidades.
El Holler o Hollunder, “el saúco”, era el árbol sagrado de la Diosa, el cual tenía poderes curativos y, debajo de él, vivían los muertos. 

Esta poderosa Diosa juega aún un importante papel en las creencias que se conservan en relación con otras deidades femeninas europeas, como la báltica Ragana, la rusa Baba Yaga, la polaca Jedja, la servia Mora, Morava, la vasca Mari o la irlandesa Morrígan, lo cual demuestra que no fue borrada del mundo mítico.

Hoy, es inspiración para el renacer de la herbología y otras artes curativas, al mismo tiempo que alienta y fortalece la confianza en la mujer, mejor que ninguna que otra entre las diosas. No hay duda de que las imágenes y los símbolos sagrados de la Vieja Europa siguen siendo una parte fundamental de la herencia cultural europea.

La mayoría de nosotros, durante la infancia, estuvimos rodeados del mundo de las hadas, el cual contiene muchas imágenes transmitidas desde aquellos lejanostiempos. En algunos rincones de Europa, como en mi país natal, Lituania,todavía fluyen los ríos y manantiales milagrosos y sagrados, florecen arboledas y bosques sacros que son prósperas reservas vitales, crecen retorcidos árboles rebosantes de vitalidad y con poderes curativos; a lo largo de los cursos de agua, todavía se mantienen en pie menhires, llamados “Diosas”, plenos de misterioso  poder. 

La cultura de la Vieja Europa fue la matriz en la que se engendraron creencias y prácticas muy posteriores; consecuentemente, no era fácil borrar recuerdos de un larguísimo pasado ginecocéntrico y, por ello, no es sorprendente que el principio femenino juegue un importantísimo papel en la visión subconsciente y en el mundo de la fantasía onírica; aquél, en terminología  jungiana, sigue siendo “el depositario de la experiencia humana”, así como la “estructura profunda” y, para un arqueólogo, es una realidad histórica ampliamente documentada.

 

* Marija Gimbutas, nació en Vilnius, Lituania y llegó a Estados Unidos como refugiada del régimen soviético en 1949 después de obtener un título de Doctor en Arqueología en 1946 en la Universidad de Tübingen en Alemania. Su formación fue interdisciplinaria e incluyó una base sólida en la lingüística, la etnología y la historia de las religiones, lo cual era inusual para un arqueólogo. Debido a un amplio conocimiento de las lenguas europeas, Marija fue contratada por la Universidad de Harvard en 1950 para investigar y para escribir textos sobre la prehistoria europea (muchos de los informes arqueológicos de Europa del Este eran ilegibles por sus colegas de alto nivel). Permaneció en Harvard hace trece años, donde también fue profesora en el Departamento de Antropología. En 1955, fue nombrada Miembro de Museo Peabody de Harvard. Sus logros incluyen la publicación de una veintena de libros y artículos sobre la prehistoria europea. Los textos publicados entre 1946 y 1971 le dieron gran prestigio como especialista internacional en Edad del Bronce de Indo-Europa, arte popular de Lituania y prehistoria de los países bálticos y eslavos. Sus tres últimos libros, sin embargo, han despertado energicas críticas, tanto el mundo académico como en las comunidades de creyentes religiosos de todo el mundo. Diosas y dioses de la vieja Europa (1974, 1982), El lenguaje de la diosa (1989), y La civilización de la diosa (1991) revelan una interpretación de la prehistoria europea que cuestiona muchos supuestos tradicionales acerca de los inicios de la civilización europea.

 

Marija Gimbutas (1921-1994)


En 1956, Marija presentó su "hipótesis de Kurgan" en una conferencia internacional en Filadelfia. Con esta teoría, fue la primera académica en integrar conocimientos lingüísticos y arqueológicos para resolver el problema de los orígenes del habla de pueblos proto-indo-europeas (a quien llamó "Kurgans" ) y localizar a sus migraciones en Europa. 


Fue destinataria, a lo largo de su vida, de numerosos premios incluyendo el Premio Sobresaliente de las Américas en 1960, el Premio Fundación Humanidades en 1967, becas Fulbright y la Academia Americana de Ciencias y subvenciones de la Smithsonian Institution, la National Science Foundation, y otras instituciones importantes que apoyaron su trabajo. 
En 1963, fue invitada a enseñar en la Universidad de California en Los Ángeles, donde permaneció como profesora titular hasta su jubilación en 1989. Durante esos años muy activos editó una serie de publicaciones académicas, y dió conferencias en todo el mundo. Fue directora del proyecto de cinco grandes excavaciones de yacimientos neolíticos en el sudeste de Europa entre 1967 y 1980.
Estas excavaciones en la antigua Yugoslavia, Macedonia, Grecia e Italia, hizo posible que Marija pudiera centrarse en una investigación sobre el Neolítico (que ella llama la "Vieja Europa") con el fin de entender el desarrollo cultural antes de la influencia indo-europea. 

Fuentes:
mujeresparapensar.wordpress.com
mcnbiografias.com
europaindigena.com

 

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