PORTADA

 

Revista de Artes
Edición nº 15

Julio /Agosto 2009
Buenos Aires - Argentina


arte

 


Cai Guo-Qiang,
la creatividad sin límites

Su obra está compuesta de esculturas, performances, dibujos con pólvora, vídeos de explosiones, instalaciones y proyectos sociales. Se ha inspirado, libremente, en la mitología antigua, la historia militar, la cosmología taoísta, los avistamientos extraterrestres, las tácticas revolucionarias maoístas, la filosofía budista, la tecnología relacionada con la pólvora, la medicina china y los modernos conflictos globales. El arte de Cai es una forma de energía social en constante transformación, que conecta lo que él denomina “el mundo de lo visible y el de lo invisible”.


Cai Guo-Qiang.
Photo by Timothy Greenfield-Sanders

Cai Guo-Qiang nació en 1957 en Quanzhou, Fujian, China. Hijo de una historiadora y un pintor, Cai estudió en la Shanghai Drama Institute desde 1981 a 1985 y su trabajo ha tenido siempre una fuerte carga política.

Es un artista reconocido internacionalmente como creador de nuevas formas de arte, gracias a su imaginativo uso de la dinamita. Hijo de la Revolución Cultural China de Mao, se manifiesta orgulloso de su país y de su cultura, así a pesar de vivir en Nueva York hace más de trece años no habla inglés, sino mandarín. Cai guarda una estrecha relación con los artistas chinos de su generación Huang Yong Ping (1954), Xu Bing (1955) y Gu Wenda (1955), también salidos del país en los años ochenta y con los que comparte el sentimiento de una fuerte responsabilidad de reforma social, además del uso crítico y creativo de los tres saberes: taoísmo, budismo y confucionismo.

Cai Guo-Qiang sale de China en 1986 para vivir en Japón con su mujer Hong Hong Wu en Tokio, y allí permanecen durante nueve años, dedicándose ambos al arte de manera profesional. Ya instalado en Nueva York participa en bienales internacionales y Documentas. Ha sido galardonado con premios tan prestigiosos como el León de Oro en la Bienal de Venecia de 1999.

Mientras vivió en Japón, exploró las propiedades de la pólvora en sus dibujos y le estimuló a experimentar con los explosivos a mayor escala, y esos desarrollos son ejemplificados en las series, Projects for Extraterrestrials.

A través de años de práctica artística, Cai ha trabajado con expertos en múltiples y variadas disciplinas -científicos, doctores, maestros de feng shui, diseñadores, arquitectos, coreógrafos, cineastas, compositores, Issey Miyake, Rafael Vinoly, Zaha Hadid, Tan Dun o Tsai Ming-liang entre otros.

Según explica,  el uso de la pólvora otorga a sus creaciones  “espontaneidad”,  “lo impredecible” de sus resultados es creativo y genera transformación. Ha diseñado montajes considerados dentro de la categoría “proyectos de explosión” que para el artista representan la “destrucción creativa”.
Ha usado pólvora que esparce en lienzos blancos y sobre óleos en figuras representativas, que dan lugar a otros cuadros más abstractos, debido al impacto de la explosión que deja zonas ennegrecidas y restos de papel carbonizado, dentro de la primera de las categorías de obras de Cai catalogada por el mismo como “dibujos con pólvora”, con los que simboliza la tradición milenaria china.

Entre marzo y setiembre de 2009, el Museo Guggenheim de Bilbao presentó una muestra de su obra donde se encontraban referencias de toda la historia china, desde su mística hasta conceptos contrapuestos como son el budismo y el militarismo.

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Photo: Librado Romero/The New York Times

Una de las obras más llamativas fue la instalación Inopportune: Stage One, que consiste en coches suspendidos del techo, atravesados por unas varillas de luz titilante que simulan estar estallando. Lo que está recreando Cai Guo-Qiang es la explosión de un coche y para ello, lo “congela” en nueve escenas o fotogramas. Para escenificar esta explosión a cámara lenta, utiliza nueve coches que suspende del techo con cables. Las diferentes escenas las representa rotando cada coche de manera diferente al anterior. Los automóviles colgados, a causa del terrorismo, pasan a ser de objetos que simbolizan la movilidad social y la seguridad familiar a explosivos que destruyen y matan.

Video

 

Cai empezó a utilizar la pólvora a mediados de los ochenta. Este material tiene en China la función curativa de ahuyentar los malos espíritus y se le ha llegado a llamar el "exilir de la inmortalidad", a pesar de su energía destructora.

Cai trabaja al aire libre, en lugares naturales donde realiza sus explosiones. Pero antes las planifica sobre grandes papeles, sobre los que distribuye el material explosivo para luego darle fuego. Es su manera de hacer planos. Además, las huellas de la pólvora dejan en el papel formas caprichosas y espontáneas, cercanas al expresionismo abstracto y a la 'action painting' de Pollock y compañía.

Cuando se realizó la primera exposición sobre arte contemporáneo chino en Europa, en la localidad francesa de Aix-en-Provence en 1990, Cai pretendió hacer un surco en espiral con explosivos en la ladera de la montaña Sainte-Victoire, mítica por haberla pintado Cézanne en 1900.

Al artista asiático no le dejaron, pero sí se lo permitieron en la base de la Muralla China, y le contrataron en los Juegos Olímpicos para que diseñara los fuegos artificiales de la inauguración del 8 de agosto de 2008. Unas pantallas muestran el espectáculo de las detonaciones, que se extendieron desde la plaza de Tiananmen hasta la Ciudad Prohibida, con cargas cada medio kilómetro, que ascendían a 150 metros. Los 'planos' de la mi sma, ejecutados asimismo con pólvora sobre un papel resistente a este material.

Con él como base también realizó 'Project for Extraterrestrials', una recreación del Big Bang o de la gran explosión que dio origen al universo. En ella, Cai se colocó unos electrodos en la cabeza y emplazó un sismógrafo en la tierra para comprobar el efecto paralelo en el ser humano y en la naturaleza.

Este dibujo con pólvora, Movimiento fetal II, ilustra el proyecto de explosión que Cai Guo-Qiang llevó a cabo en una base militar de Kassel, Alemania. Cai excavó canales por toda la zona y los llenó de agua en un intento simbólico de purificar la zona de sus asociaciones negativas. Alexandra Munroe, Senior Curator de Arte Asiático del Museo Solomon R. Guggenheim lo describe: “En este increíble evento, Cai se plantó en el centro de unos aros concéntricos que había construido en este solar. Esparció las mechas de pólvora por estos anillos concéntricos y luego las hizo explotar mientras él permanecía sentado en el centro de esta explosión circular. Conectó su cuerpo a instrumentos electrocardiográficos y registró las pulsaciones en un gráfico que vemos aquí, junto al dibujo Movimiento fetal hecho con pólvora. Lo que intentaba transmitir es que el gráfico generado por la tierra –obtenido por medio de los instrumentos sismográficos que tenía conectados durante la explosión– y el del ser humano –proporcionado por los instrumentos electrocardiográficos– eran similares. Es la forma que tiene Cai de mostrar, mediante el arte y la ciencia que no hay diferencia entre un ser humano y la naturaleza. Que respondemos de forma idéntica ante eventos naturales. Es una sugerencia característica de Cai: que el hombre y la naturaleza son una sola cosa.”

Otra de las impactantes instalaciones es De frente, presentada por primera vez en 2006 y vuelta a montar en 2008 en el Museo Guggenheim de New York, muestra una manada de lobos en actitud de recorrido y salto. Realizada con 99 lobos de tamaño natural hechos de gasa, resina y piel de veja pintada. El montaje comienza se inicia dentro de una habitación, despega del suelo hacia la altura, remedando el salto y los líderes se estrellan contra una plancha-muro de cristal. Se levantan y vuelven a chocar y caer. Cai quiere decir con la imagen que el hombre es un especialista en tropezar dos y más veces con la misma piedra, o que la ideología, si se sigue a ciegas, lleva a la autodestrucción.



Comentarios del artista acerca de esta obra en 2006

Fuentes:
www.guggenheim-bilbao.es
weblog.evasee.com
elcorreodigital.com
youtube.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

© Revista de Artes Nº 15 - Julio / Agosto 2009
Buenos Aires - Argentina

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