PORTADA

 

Revista de Artes
Edición nº 16

Setiembre/Octubre 2009
Buenos Aires - Argentina

PUBLICACIONES RECIBIDAS

 


 

 

Cuentos de crimen y misterio

La Universidad Nacional de San Martín en coedición con la editorial Biblos editó el libro “Cuentos de crimen y misterio”, una compilación de cuentos de August Gottlieb Meißner, Christian Heinrich Spieß, Heinrich von Kleist, Jodocus Donatus Hubertus Temme, Friedrich Halm.

Selección, traducción, introducción y notas de Miguel Vedda – (1968). Profesor titular de Literatura alemana (Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires) e investigador del Conicet.

“La narración de crimen y misterio constituye la modalidad específica que adoptó en los países de lengua alemana, ya desde mediados del siglo XVIII, el género policial. En los aficionados a este género, la postulación de una variedad alemana del policial provocará quizás extrañeza, y ello no sólo por el desconocimiento que en general existe acerca de autores como Meißner, Feurbach o Temme: la imagen que poseemos acerca de los orígenes del género se encuentra a tal punto signada por el modelo policial clásico – y sobre todo, el anglosajón-, que puede parecer insólita la simple alusión a una tradición diversa. Lo llamativo es que la ausencia de un término de comparación apropiado ha hecho que la propia forma clásica fuera entendida a menudo en forma distorsionada. De ahí que pueda resultar provechoso tratar de comprender cabalmente tal forma, con vistas a describir luego, por constraste, la especificidad del policial alemán. Para comenzar a resolver este problema, convendría detenerse en una cuestión que ha dado lugar a reiteradas discusiones: la afinidad entre narración policial y democracia. Se ha llamado la atención sobre el hecho de que los totalitarismos del siglo XX mostraron escasa simpatía por el género, o han intervenido aun activamente para censurarlo; Karl Anders afirmó que “la novela policial y su detective sólo son posibles en un mundo que no está sometido a la omnipotencia del Estado, de la Gestapo o del Comisariado Interior para Asuntos Internos. En un Estado policial, un Sherlock Holmes es impensable, aun como personaje literario”. Más precisa y polémica es la posición defendida en su estudio (ya clásico) sobre el policial, Asesinato por placer, por Howard Haycraft. Según éste, el género detectivesco únicamente podría florecer en una sociedad en la cual las simpatías del público lector están dirigidas hacia la ley y el orden, y se hallan en contra del criminal que procura eludir la justicia.
Tanto la detección como el cuento de detectives, pues, progresarían en la misma proporción en que lo hacen “la tradición democrática y la decencia esencial de las naciones; cuanto más se aproximen los gobiernos al gangsterismo legalizado y a la conducción a través de la fuerza, menos verosímil será que encontremos una investigación criminal consciente o algún corpus de literatura detectivesca competente…”.

Los cinco autores seleccionados, plantean cuestiones sobrenaturales o situaciones providenciales:
Friedrich Halm (Cracovia 1806-Viena 1871) en “Liese Mazapán”, elude los efectos truculentos:

(…)”Un día, Horvath acababa de acompañar a uno de sus huéspedes por la calle que conduce a Székesfehérvár hasta llegar a Palota, y ahora volvía a su lugar de residencia en su ligero coche de un solo caballo, reflexionando sobre diversas cuestiones. Prudente y cauteloso como era, dejó que su pequeño rocín ascendiera al paso una pequeña colina y se arrebujó más firmemente con su abrigo de piel de oveja —pues era una desapacible noche de otoño, y de la región de Vürüsbereny. El viento marino soplaba áspero y cortante desde el Balaton—cuando, en el punto en que un sendero lateral desembocaba en la calle principal, Horvath descubrió” …

Lo mismo puede decirse de August Gottlieb Meißner (1753-1807) en su "Narración criminal":

“El comercio Kern, uno de los más destacados en Praga y en toda Bohemia, bajo su anterior propietario había tenido a su servicio, desde hacía ya más de veinte años, a un así llamado conserje, que poseía la plena confianza de sus patrones y que no obstante no la merecía en absoluto. Pues hacía ya bastante tiempo que este bribón había conseguido procurarse ganzúas con las que, durante la noche, abría silenciosamente los depósitos; no sólo se procuraba abundante azúcar, café y otras mercaderías similares; sino que también”…

Patético y más sangriento es Christian Heinrich Spieß (Alemania 1775-1797), en "Marianne L. Una historia verídica de 1788":

“A la mañana siguiente de una noche de otoño intensamente tormentosa, se difundió, en la pequeña ciudad de V., el rumor de que a media hora de distancia de esa ciudad yacía muerta una joven que esa noche había arrojado el Mosa) “Dios, ¿y si fuera nuestra Marianne?”, dijo, lamentándose, la viuda de L., mientras pasaba la mirada por cuatro figuras humanas contrahechas que ya alzaban las manos con desesperación. “Qué ocurrirá con estas pobres criaturas?” Y ya un campesino que pasaba, y que venía desde la localidad colindante, les contaba a los vecinos que el cadáver arrojado por el río estaba cubierto de sangre y de heridas. “

Mientras tanto, las pasiones y el ansia de  poder motivan el desarrollo de algunos relatos como "El duelo" de  Heinrich Wilhelm von Kleist (1777-1811):

 (…) “la flecha había sido trabajada de manera sorprendentemente exquisita y espléndida. Plumas fuertes, rizadas y brillantes se encontraban fijadas en una asta que, delgada y sólida, había sido tallada en madera de nogal oscuro; el revestimiento del extremo anterior era de brillante latón, y sólo el remate de la punta, agudo como la espina de un pez, era de acero. La flecha parecía haber sido fabricada para la sala de armas de un hombre distinguido y acaudalado, que se hallaba implicado en contiendas, o que era un gran amante de la caza”…

El mismo motivo da lugar a las acciones de  "Un duelo”, de Jodocus Donatus Hubertus Temme (Condado de Redha 1798-Zurich 1881) 

(…) “Robert von Neurode no había sido jamás el favorito de la baronesa. A pesar de toda su candidez, poseía un carácter libre, independiente, orgulloso; no podía mostrarle a la tía una obediencia ciega. La sed de poder de la tía estimulaba, antes bien, la resistencia del joven; la avaricia de la baronesa había hecho que el sargento la aborreciera. Ella lo odiaba por esa razón.”

 

 

Revista de Artes
Edición nº 16 - Set/Oct 2009
Buenos Aires - Argentina