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Revista de Artes
Edición nº 17

Noviembre /
Diciembre 2009
Buenos Aires - Argentina

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teatro

Anecdotario

Según a qué audiencia...

Alrededor de 1920, Jacinto Benavente se encontraba a menudo asediado por damas que trataban de que aceptara acudir a dar una conferencia en el Lyceum Club de Madrid. El comediógrafo deseaba eludir la situación con todo tipo de excusas, a cuál más ingeniosa; pero ninguna lograba desalentar a las damas. En una ocasión, varias damas intentaban convencerle y una de ellas llegó a decirle:
- Vamos, don Jacinto, ¡pero si usted no necesita prepararse nada especial para nosotras! Usted llega, nos dice cualquier cosa, ¡y nosotras quedamos encantadas!
Benavente, abrumado, intentó excusarse, rebatiendo semejante sugerencia:
- ¡Pero señoras, yo no puedo ir allí a hablar a tontas y a locas! Los amigos de Benavente tuvieron que explicarle más tarde porqué las mujeres se marcharon tan indignadas...

Caramba con el caballo...

Henry Irving, el gran actor inglés (intérprete de la primera versión de "Drácula", de Bram Stoker, en el teatro) desempeñó durante parte de su carrera el cargo de director del Lyceum Theatre.

Para una de las obras que preparaba, se hizo necesario conseguir un caballo, e Irving empleó varios días buscando uno adecuado para sus propósitos. Finalmente, trajeron uno, y para asegurarse, el actor preguntó al dueño del animal.
- ¿Es manso este animal?
- Por supuesto, sumamente manso
- respondió el dueño,- y muy adecuado. Hace poco, en el Majestic Theatre, sirvió al actor Beebohm Tree, cuando éste representaba la obra "Ricardo III".
En ese momento, el caballo aprovechó para dar un enorme bostezo. Irving se lo quedó mirando con sorna, y comentó a su dueño:
- Sí, manso es. Pero... no me lo quedo. ¡Me parece que este caballo tiene demasiada tendencia a la crítica teatral!

¿En su casa o en la mía?

Además de ser un gran comediógrafo, temido crítico musical y cáustico escritor, George Bernard Shaw era también un hombre de bastante mal genio y respuestas vivas, a menudo incluso hirientes. Aborrecía las reuniones sociales y pseudoliterarias a las que era constantemente invitado por las damas ociosas de Londres, e invariablemente las declinaba. A pesar de los desplantes, muchas damas continuaban invitándole, atraídas por el prestigio de recibir en sus casas al famoso escritor.

Un día, mientras Shaw estaba terminando una nueva obra teatral (cosa que solía ponerle de peor humor aún) recibió una carta de manos del criado de una de estas damas. Al abrir el sobre, Shaw pudo leer en el papel: "Lady X (aquí el nombre de una importante señora) comunica al Sr. George Bernard Shaw que permanecerá en su residencia desde las 7 pm. en adelante".

Ni corto ni perezoso, el escritor dio vuelta al papel y garrapateó en el reverso una rápida respuesta, tras lo cual entregó la carta al criado y volvió a encerrarse en su habitación.

Cuando el criado entregó de vuelta el papel a la señora, ésta pudo leer en el reverso lo siguiente:
"George Bernard Shaw comunica a Lady X que hará exactamente lo mismo".

FUENTE:
http://kossler.tripod.com/Anecdotas/anecdotas1.htm

 

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