Revista de ArteS
N° 23 - Nov. / Dic. 2010
Buenos Aires - Argentina



Desde la llegada de los primeros europeos al Río de la Plata, el duelo fue principalmente una demostración del coraje varonil, muy frecuente en las clases bajas, que desarrollaron una tradición de duelo a cuchillo que remplazó el golpe de guante y que —en general— siguió las técnicas del duelo popular del sur de Italia o de Andalucía, es decir, cuchillo o faca y trapo o manta a modo de escudo en el otro. Desde los orígenes del tipo social del gaucho, el duelo acompañó a las clases campesinas del río de la Plata, aunque tampoco aquí fue una práctica legalmente aceptada.

A diferencia de los duelos entre aristócratas, que se efectuaban a la manera de sus contrapartes europeas, el duelo gaucho o duelo criollo fue una tradición legendaria, castigada casi desde sus orígenes por los patrones de estancia y las clases dirigentes con penas de azote y de reclusión.

Ya en el siglo XIX, el duelo se traslada a las ciudades, donde malevos y cuchilleros lo practican para dirimir cualquier falta real o supuesta al honor, o incluso por mero afianzamiento social. Este «duelo de punta y hacha» sería incorporado en la cultura del tango y eternizado por la prosa de los escritores argentinos, como Jorge Luis Borges y muchos otros.

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