LA MUJER EN EL CINE DE ZHANG YIMOU
JU DOU
Narra la historia del viejo y amargo propietario de una tintorería que compra una joven y bella esposa a la que maltrata, haciéndola responsable de su propia impotencia. El joven empleado de la tintorería, adoptado por el hombre y explotado vilmente, se enamora de ella y es correspondido, pero sólo pueden estar juntos excepcionalmente, cuando el amo no está. Cuando éste sufre un accidente que le deja paralítico, la pareja disfruta libremente ante la desesperación del amo. Tras el paso de los años, el hijo de ambos tendrá un papel destacado en el final de la historia. La música de Zhao JIPING es muy inspirada, dramática, de lentos compases y sonoridades lejanas que ambientan la tragedia de JU DOU.

La inolvidable casa-taller de teñido regala, con iluminación muy expuesta, colores claros y expresivos, rojos, amarillos y blancos bañados de luz, y los vapores que envuelven muchas escenas en una atmósfera casi irreal. El entorno es una comunidad que observa reglas y obliga a cumplirlas. La protagonista desea irse para vivir su amor libremente, pero el amante está apegado al lugar, al qué dirán y no se atreve. Todo cuanto sucede es precipitado por ella. YIMOU casi no usa aquí primeros planos, en general son todos planos medios y generales, de modo que el acercamiento a la intimidad de los personajes es parcial.

Los planos generales tienen, la mayoría de las veces, algún objeto en primer plano, lo cual le confiere gran plasticidad estética, un aspecto sumamente cuidado en los encuadres, la iluminación y los colores. El ambiente, la casa-taller y especialmente las telas, envuelven a los personajes en intensas situaciones de crueldad y pasión incontenible. Rojo, agua y finalmente fuego: los elementos y las pasiones.

ESPOSAS Y CONCUBINAS

Relata la historia de Songlian, una joven que debe abandonar sus estudios tras la muerte de su padre y, por mediación de su madrastra, ingresa como cuarta esposa en la gran casa de un hombre rico y poderoso. Las otras tres esposas, expertas en perjudicarse unas a otras para obtener los favores del señor (no por los favores en sí mismos, sino porque cada vez que elige a una de ellas para pasar la noche, la elegida puede hacer su voluntad), le hacen la vida imposible. El hombre es el dueño y señor y las mujeres son de su propiedad. Él manda y ellas tienen que obedecer. Pero no sólo nos muestra la opresión de estas mujeres encerradas en una especie de cárcel, sino que va más allá y vemos las mezquindades de que son capaces estas personas que, en vez de solidarizarse ante un enemigo común y ayudarse las unas a las otras, luchan de forma sutil y deleznable, haciéndose daño, para lograr constituirse en la preferida de su amo en detrimento de las otras. Esas cuatro paredes, este patio interior, típico de las casas chinas, se convierten en un micro universo -que no quiere saber que afuera existen otras alternativas- en el que hasta el más pequeño detalle adquiere la mayor relevancia, donde priman las falsas apariencias y las traiciones.
Anterior - Siguiente