INDICE
ANTERIOR - SIGUIENTE
- ¿Con los objetos pasa lo mismo, supongo?
- Sí en cuanto a la mirada descubridora. Pero el objeto encontrado supone cierta obligación que tenés que respetar. Su forma te alienta a nuevos significantes y son simplemente bellos y no los tocas, porque sólo necesitan el pie o el marco para descontextuarlo. Descontextuación que ya realizara Duchamp cuando expusiera un inodoro, lo mostraba como objeto, aquella experiencia escandalizó el gusto en las primeras décadas del siglo XX.. Encontrar un objeto es a veces simple, pero si tenés la mirada entrenada...
- ...y la carga imaginativa necesaria. Ahora decime, intento que este reportaje esté acompañado por fotos de tus obras en diferentes etapas para que los visitantes a esta página tengan una idea de tu trayectoria, me gustaría que me cuentes cómo surgen la serie de Lunas.
- La monocopia es una técnica donde el control sobre la imagen es bastante relativo. También en esa oportunidad trataba de desprenderme de cierta estructura cubista y por eso busqué un método azaroso, donde la razón tenga la menor intervención. Ahora bien, las imágenes que diseñas en una superficie pulida, como en toda técnica de grabado, la tenés que pensar al revés. Esa era la primera dificultad y lo que me ayudaría a desprenderme de la estandarización. Primero logré manchas bastante armónicas pero demasiado libres, es decir que como usaba esmaltes o pintura látex la técnica era casi incontrolable, yo apenas intervenía en el diseño, el resultado es que me aburría. Entonces cambié por tintas offset, de imprenta. No son líquidas sino que se acerca a la consistencia de pastas y las podía diseñar acomodándolas a las formas que pretendía. Pero no tenía imágenes que se adecuaran, que debían ser planas porque las tinta dan colores planos, sin pasajes, uniformes en toda su extensión. Pasamos casi medio año tratando de encontrar la vuelta de la técnica.
De manera que una noche, salí de taller de Elisa Antokolec (trabajábamos en conjunto porque es más económico), un poco abatido por la falta resultados. Me sorprendió encontrarme una luna redonda en un cielo despejado porque había llovido durante toda la tarde. Las ciudades son hermosas después de la lluvia. Los adoquines de la calle Darwin estaban lustrosos y los charcos... Los charcos no son sólo una invitación a los saltos, son espejos, ahí se muestran las ciudades al revés... y ahí encontré la imagen de la Luna de gánsters, y después Luna de la otra costa y Luna del fin de la noche...
- Lo que contás es bastante romántico.
- No sé qué es romántico. Lo que digo sí es que lo esencial está en la mirada. Y mi mirada está condicionada por la ciudad, por mi entorno. Soy un pintor urbano...
- Las piedras no parecen urbanas.
- Para la serie de las piedras ya tenía la clave en lo técnico que me dieron las Lunas. Solamente debí adaptar los dibujos. Robé los diseños que la naturaleza y el tiempo hacen en las piedras. Los había visto en una colección privada unos años antes y me estimuló una larga conversación que tuve con Juan del Río, un conocedor del mar y la geología.
- ¿Y los signos...?
- Los signos como imagen son anteriores y siempre se han repetido. Haber sido corrector literario me dejó esa secuela: textos y signos. Los métodos con tinta de impresión fueron acrecentado la imaginación. Imprimí texturas de lo que encontraba. Desde una chapa tipográfica hasta trapos, puzzles, cartones... Así surgieron los signos, y así se volvía más complejo el lenguaje expresivo, más novedoso en texturas visuales. Este lenguaje nuevo a su vez me llevó a otra técnica: el temple.
- Eso es pigmentos y clara de huevo como medio y fijador...
- Exactamente, una técnica anterior al óleo. No se trató de una exquisitez o excentricidad. Fue la necesidad de obtener un acabado mate y áspero como el estuco, todo lo contrario a las tintas, que a veces quedaban brillante. Aquí se sumó otra complejidad porque los signos tomaron color o se hicieron flechas. Retrataron otro universo imaginativo.