Acerca de los perfumes. VIII
Por el Dr. Felipe Martínez Pérez |
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Desde inmemorial los perfumes gustan a las capas sociales, en su totalidad. La plebeya se perfuma con aguas olorosas y periódicamente se premia con los adulterados que huelen parecido. Las zagalas sensualmente se revuelcan complacientes entre las flores, o las prenden en su pelo como lienzos de paisaje perfumado. Los poetas se escudan tras los prados en flor, irradiando sus poesías perfumadas arcadias. Las reinas y sus damas se desviven por estar al día y pretenden para sí formulaciones únicas y exclusivas. El Romancero es esencialmente un perfume literario, que los Austrias aman la piel y las fragancias. Basta ver la colección de cuadros que ha legado Felipe II.
Nadie quiere oler mal y el Padre Lorenço Ortiz cae en la cuenta después de mucho divagar que no está bien oler mal y cuenta los descalabros acaecidos por el mal olor, como el de los diez mil judíos que se habían congregado en Jerusalén para celebrar la festividad de Pascuas y uno de los soldados que los vigilaban “alzó los pañetes” y dejando al aire sus partes posteriores, emitió unos “esternudos vajos” por lo que sintiéronse deshonrados los judíos “que acometieron al soldado y al acudir los demás a socorrerlo ocurrió la mortandad”.
Por lo tanto el jesuita, no tiene por bueno el mal olor y pretende y sugiere, al menos en principio, la higiene. Se acuerda del gato y se pregunta “¿Quién no admira los afeos de un gato? Que se afana con gran aplicación en cubrir lo que no debe ofender a los demás”. Y recuerda que en tiempos viejos Píndaro curaba con olores. Los recetaba como medicamento y no como delicia; porque aparte de la moraleja, tengo para mí que Píndaro entendía que una buena fragancia, gracias a los secretos misteriosos de sus aceites volátiles puede actuar sobre la mente produciendo una distensión de la piel, al reverberar exquisitas señales del sistema nervioso, simpático y parasimpático, con resultado tan sutil que lleva, incluso, a relajar y apaciguar la piel, y al punto huyen las pequeñas arrugas.
Obcecado y aplicado, el jesuita Ortiz (1) continúa desvelado en el intento de encontrar el gran perfume que sirva a Dios y a los humanos sin caer en el pecado, y cual un teorema exquisitamente compuesto en la Compañía se pregunta, “pues si no se ha de oler bien, ni se ha de oler mal, à que se ha de oler”. Por supuesto la respuesta pasa por el olor a santidad que a doña Isabel de Valois la tenía sin cuidado, pues selecta como pocas, tiene una excelente colección de perfumes de los que entresaco algunos de los que compra en España, que en realidad no ascienden a sumas astronómicas para el tren que llevaba. Es de suponer, que buena parte de los perfumes más caros y exóticos se los enviaba su madre desde París, experta, como buena Médicis en lo concerniente a la belleza.
-Por vn azumbre de agua de rosas con la redoma, 1, libra,3 placas y 8 mrs. (Julio de 1560. Simancas. Casa Real Ob.y Bos. leg.52, fol.380)
-El dicho día (25 de febrero de 1563) a Gaspar de Teues, cauallerizo mayor de la Princesa, cinco ducados que se le restaron deuiendo de cierto menjuy de boninas que hizo dar para el Servicio de S.M. los días pasados. (Sim. C.R.leg. 41, s,f,)
-La Reyna. Luis de Villa…pagaréis a Diego de Verasategui 204 ducados, los quales ha de aver por diez onzas y media de ambar a razón de diez y seis ducados la onza… Madrid. 23 de mayo de 1563. (Simancas…
-A Andres de Nieua, guantero y perfumero,…205,891mrs, con los quales se le acauó de pagar todo el ambar, almizcle, benjuí, estoraque, aguas olorosas y guantes adobados y blancos y otras cosas que dio para el servicio de S.M. hasta el fin de año de 1566. (Sim.C.R.leg.41, fol.108)
Ocho onzas de estoraque y menjuy que se ha gastado para sus Altezas; y vna quarta de ambar y otra de almiscle y otra de algalia y vna onza de estoraque y onzay media de menjuy que se gastò en vna caçoleta para el Cardenal de Guisa. (fol.58r) (2)
En la almoneda de los bienes de Isabel, uno de los momentos más esperados luego de su fallecimiento por las damas de palacio y otras de vida ociosa, fue la salida a subasta de la colección de perfumes, de los cuales buena cantidad fue adquirida por la hija de la Condesa de Ureña, la bellísima doña Magdalena Girón, una de sus damas y compañera de juegos. En realidad se vendieron a altos precios como el ámbar a 18 ducados la onza, la algalia a 8, el menjui de gotas a 9 reales la libra, el de boninas a 24 y el estoraque resultó ser el de menor precio pues no pasó de 93 maravedis la onza, y se puede apreciar la importancia de cada uno. En este Inventario se pueden apreciar las distintas modas y sus cambios, pues mientras se aprecia que los precios altos se han correspondido con el ámbar, por los tiempos de Isabel la Católica, ésta y las demás damas se desvivían por la algalia.
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Seguramente han mejorado los destiladores pues es de destacar que durante el reinado de Felipe II, los hubo de renombre, como don Diego de Santiago que llegó a Destilador de su Majestad. Este investigador que también era boticario y algo o mucho alquimista, inventó un aparato para la destilación fraccionada, siendo el primero en muchos reinos a la redonda. Un complejo alambique que se instaló en la farmacia del Real Monasterio de El Escorial a finales del siglo XVI. Escribió un tratado que tuvo amplia acogida llamado Arte Separatoria y modo de apartar todos los licores que se sacan por via de destilación para que las medicinas obren con mayor virtud y presteza.
Y mientras queda en sus aposentos trabajando afanoso en sus anhelos, el médico Alonso de Jubera encuentra sumamente atractiva la siguiente esencia:
Aceite de azuzena
Tome vna libra de flor de açuçena: y pues todos o los mas lo limtà, sea quitada la parte interior de aquellos filamètos q’tienen deq’cuelgà aquellas flores o simientes amarillas, y otra libra de sus rayzes, la raya quebrantada, y la flor entre las manos partida, porquees tan subtil y de tan tenue substancia, q’ si sese majasse como la rosa o otras flores permiten, se exhalaría y perdería el poco olor que tiene; y cò quatro libras de oleo común completa este al sol por quince días bien tapado aunq’meneandolo cada dia. Lo qual caliente a muy manso fuego se cuela y use. (3)
A esta receta de fragancia delicadísima los moralistas la ven con malos ojos y peores narices, pues es un olor muy requerido. Según los Santos Varones y los antiguos Padres de la Iglesia, en la búsqueda está la malicia, o sea, lo contrario a la virtud, escorándose peligrosamente a lo malo y perverso y recalcan por enésima vez, que lo justo de los perfumes es ser recibidos “en el templo el dia solemne, en los campos el mes de las flores, y en la propia casa el dia de la recreación, y en fin quando es común la fragancia y es para todos el olor…y generosos los olores se derraman en los vientos; para que a nadie se niegue, lo que es común para todos; y à pesar de las diligencias, con que las vasijas y los pomos, se quieren quedar para si con las fragancias del almizcle, de la algalia, y de los valsamos, ellos trasminándose se difunden, se comunican y se dan à todos”. (4)
Al jesuita, como a los demás moralistas, le gustan los perfumes en los templos y en los campos; que sean para todos y al natural, y además al padre Ortiz le gusta “oler à bueno” que, por otra parte, ya se le había ocurrido al obispo de Mondoñedo y cronista de Carlos V que también era aficionado a catar los olores y en consecuencia discernir sobre ellos. Y oler a bueno es ser bueno, ha de decir Ortiz, y no se lo voy a refutar dada la hermosura de semejante flor aunque, se me ocurre, son aceites demasiado volátiles y difíciles de fijar. Barrunto, que tal flor con la sutil fragancia de la bondad, en veinte mil años de cultura desde aquellos toros que husmean en la cueva los olores del mineral, es probable, que solo haya florecido una vez en la bondad de Cervantes, con aromas que cabalgan cara al viento por el mundo. Un perfume delicado y altamente persistente.
Sin embargo, el jesuita no se arredra. Trae a luz su alambique cual cejijunto alquimista y se atreve a formular una fragancia que deja atónitos por las notas altas de salida, las notas medias y las de base que se ornan tenaces y obstinadas en la persistencia.
Para oler a bueno
Es el oler a bueno una confeccion, à quien contribuye en fragancias, la modestia del rostro: la madurez de las acciones, la serenidad de los ojos, la humilde afabilidad en el trato, la cortesía en las palabras, y la discreta igualdad y consonancia en todo. Y haciéndolo assi, cobra para si, el que dà de si buen olor, el tributo, y los réditos, de una buena fama…Es el oler a bueno, olor no sugeto à accidentes, aunque el mismo olor lo sea, siempre es uno, y siempre es bueno”. (5)
Es difícil saber la textura de esta magnífica confección. No cabe duda que los ingredientes son de altísima calidad y algunos extremadamente exóticos, sin embargo, es tal la cantidad que fomente la excesiva saturación, y torne harto trabajosa la mezcla, con complicaciones y embarazos a la hora de encontrar el mordiente capaz de fijarlo y volverlo útil. Por otra parte, si se profundiza en la formula, por momentos parece que se escapan las fragancias y más que perfume es puro gesto, como en los tiempos de san Bernardo. De todas maneras y sin la excelsa categoría de la mixtura anterior estaban en uso y eran de gran demanda aguas de olor como las siguientes:
Para azer agua Almizcada
Avnalibra deagua cinco granos deAlmisque y otros tantos de anbar y siquisieran azer cantidad deseis libras Pongan de algalia cantida demedia avellana y ansimesmo quiten dela cantidat o crezcan y siquisieren echar poluillos desátenlos conel Algalia Enladicha aguay pónganlo En vna Redoma y atápenlo bien conpergamino mojado y Esecha El agua. (6)
Para hazer agua q’huelabien
Tomen rosas y flor deazar Las Rosas sean dos vezes mas queel azar ytomareis Rosas mosquetas yponerlas eis en vna alquitara ytiernos decidra y brotezicos deaRayan ymoldia canela yEcharlan Enagua Rosada y bien mezclada Ruciaran las dichas flores con vnos pocos declauos molidos y Echallos En ladicha alquitara ytornaran a poner delas dichas flores ydelos brotes decidra yaRayan y Ruciarloan con El agua mezclada con canela y ponerloan aspumar y los clauos todo estopor tres vezes amenester gran tiento que no es cosa quesepueda ansitratar sacada esta agua es cosa muy preciosa y sise almizca verán agua tan buena que noay cosa que seyguale con ella por Almizcada quesea”. (7)