Derechos reservados - año 1 - número 5

Indice

Escultura Africana

El Caballo en el Arte II

Cioran

¡Uy! La copa se rompió...

El Oboe

Fontanares del Jazz

Teatro Chino

El Taller de los Títeres

Wimpi

Pintura: R. Wullich

Tango: J. Burbridge

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Quienes Somos

 

VERSITANGO

Jorge Arturo Burbridge crea esta expresión a partir de sus reflexiones acerca del tango, quizás en algún momento de esos que él sabía tener cuando salía a caminar, silbando entre dientes… bajito, por esas calles de su Buenos Aires tan querido.

Y así pensaba:

“¿No son tango, acaso, tango sin música, los subsistentes corralones de “Parque Patricios”, con sus centenarios y espaciosos patios empedrados?

¿No son tango, acaso, tango sin música, la Vuelta de Rocha y el cruce boquense de Magallanes y Garibaldi, “engalanado” por una insólita vía de tres rieles, una garita “en las diez de últimas” y un par de barreras pintadas de negro y amarillo?

¿No es tango, acaso, tango sin música, el mágico ensamble de la niebla espesa y el frío nocturno de cualquier calle arbolada y solitaria?”

Y así pensando, crea “Don Juan Taboada”, cuyos versos que hablan de Barracas y su gente constituye un tango al que sólo le falta la melodía. (quizás, Ud. pueda disfrutarlo silbando bajito, …entre dientes…, mientras lo lee tranquilamente).

AUDIO: Guapeando - A. Troilo

Don Juan Taboada

Mil novecientos setenta y dos….
Una cena con amigos….
Allí, charlando conmigo,
estuvo don Juan Taboada,
persona muy apreciada,
de quien sólo sabía
que en muy pretéritos días,
sin bulla, sin alharaca,
pisaba fuerte en Barracas
y en los cien barrios porteños.
Aquella noche, a su modo,
mi buena suerte habitual
vino en mi ayuda “con todo”:
a don Juan --¡Vaya proeza! –
m lo puso “codo a codo”,
en aquella linda mesa.

Las copas lentas, pausadas,
de una larga sobremesa
abrieron con sutileza
las puertas de su memoria….
Me contó viejas historias
de su Barracas querido:
me habló de un tal Codesido,
tropero y guapo sin cuento;
de los mellizos Calvento
(un lindo par de traviesos),
quienes por su poco peso,
aptitud indiscutida
y astucia reconocida,
lograron fama de veras
ganando muchas cuadreras
al norte y sur del Riachuelo;
de don Florencio Martelo
y su esposa…¡Dos campeones!
(tuvieron 15 varones
y una sola niña…¡Sólo una!...);
de Juan Francisco Maguna,
el barbado payador,
que sin mengua o deshonor
se midió con los mejores:
Sampario, Basualdo, Flores
y el mismísimo Gabino;
Del comisario Molfino,
Azote de los malandras;
De don Eusebio Calandra
Y sus gallitos de riña;
de don Victoriano Viñas,
buen poeta, soñador,
titiritero y actor;
de su amigo Eduardo Arolas;
del doctor Egidio Briola
(infalibles cuello duro,
galerita, traje oscuro
y exquisita cortesía)
que allá por el Centenario,
sin percibir honorarios,
a los pobres asistía;
de Julia Rosa Lauría,
mentada por su hermosura,
y singular donosura
en los bailongos del sur;
de Amalio Reyes, tahúr
de renombre mal habido,
mas no del todo extinguido
en los últimos estaños,
donde los mozos de antaño
(sobrevivientes casuales)
demoran, sentimentales,
nostalgísimas ginebras;
de Panchito Desimone
y sus lentos percherones,
y su carro y su pescante,
desde el cual, siempre galante,
a las mozas piropeaba
en tanto se pavoneaba
con un clavel colorado,
graciosamente instalado
entre la oreja y la crencha….


Taboada, conversador
de labia fluida y prolija,
no soltaba la manija
y seguía entusiasmado,
hablándome del pasado…
Pero era otra la escena:
los amigos de la cena
ya se habían retirado;
quedábamos, rezagados,
el anfitrión Luis Anglada,
y por supuesto, Taboada
y este humilde servidor….
El reloj del comedor
dio los toques de las tres…
¡Que sueño tengo, rediez!
Anglada se sinceró,
lo cual pronto confirmó
con tan enorme bostezo
que Taboada y yo –confieso—
le vimos el… ¡esternón!
Allí, claro, la reunión
llego a su punto final.
o era del todo “casual”
el sueño del anfitrión.
Por ello, “de corazón”
su “vela “ le agradecimos
y Taboada y yo salimos
con ganas de… continuar.

Ante nosotros, dormida,
descansaba la barriada…
Una niebla desvaida
apenitas se notaba…
Desde la casa de Anglada
(en Iriarte y Santa Elena)
con el amigo Taboada
y su charla tan amena,
como buenos jubilados
(ora andando, ora parados)
llegamos a Monte de Oca
con evidente demora.
¿Cuántas cuadras? Casi diez…
Juzgada por un inglés
la demora señalada
( ¡tan latina!...¡tan gozada!...)
pudo ser un desperdicio…
--¿Seguimos hasta Patricios?—
Taboada me sugirió
-¡Encantado!… ¡Cómo no!...
le respondí con agrado.
Y los dos para ese lado
Caminamos despacito.
No nos importaba “un pito”
el rigor de la deshora.


De nuevo hablamos de Arolas
y don Juan se conmovió
en tal medida que yo
de veras me sorprendí.
Y allí estabamos…Allí,
En la vereda, parados…
También alli, convocados
por la emoción del amigo,
cual invisibles testigos
debían de estar (¿o estaban?
los duendes de la barriada…
Acaso junto a Taboada
Arolas-Duende... ¡lloraba!
con notorio desconcierto
y los ojos muy abiertos
(muy abiertos pero en vano,
pues miraban "hacia adentro"),
me dijo: ¡Voy a su encuentro!
(A su amigo Eduardo Arolas
don Juan, sin duda, aludía.)
–Cuando este siglo nacía—
añadió con voz opaca—
estas calles de Barracas,
estas mismas, hoy cambiadas,
polvorientas o embarradas
recorríamos dichosos…
Dicha limpia de mocosos;
dicha limpia de buscarnos;
cada día y encontrarnos;
compartida placidez
de ser dos y uno a la vez…
¡Carne y uña nos decían!
Pero los años corrían
Entonces igual que ahora…
Sin prisa, pues, ni demora,
Atravesamos la infancia;
más tarde la adolescencia
y por fin la turbulencia
de la juventud primera
¡hasta ser hombres veras!
En Barracas todavía
¡Carne y uña nos decían!
Disculpe, mi corazón—
agregó con desazón—
en el pecho apenas cabe:
mis ochenta y dos no saben
ocultar los sentimientos…
Guardo silencio un momento
y dijo como podía:
-Ya no me sorprendería
si en la mas próxima esquina
con su “fuelle” y su chalina
Arolas se nos cruzara…-
Por el pudor desbordado,
bajó la vista , turbando,
y me abrazó fuertemente.
Casi simultáneamente
alguien paso a nuestro lado…
sorprendido y azorado,
vi la caja de su “fuelle”
y el vaivén de su chalina…
Perdióse , luego, en la esquina…
Si era Arolas…¡no lo sé!
Abrazado, como estaba,
Taboada ni se enteró,
pero el hombre que pasó
buscando, raudo, la esquina…
¡por dios!… me dio mala espina
ya que el rostro no le vi…
Mas afirmar “porque sí”
que se trataba de Arolas
se me atraviesa en la gola:
aquí no cuadra mentir.
Sólo, pues, quiero insistir:
“…alguien pasó a nuestro lado…--
“Sorprendido y azorado,
“vi la caja de su “fueye”
“y el vaivén de su chalina…
“Perdióse, luego, en la esquina…
“Si era Arolas…¡no lo sé!…

Volvimos a caminar…
Jamás pensé que Patricios
tuviese los edificios
que esa noche descubrí.
Yo no andaba por allí
acaso desde el cuarenta,
y esa avenida opulenta,
era, entonces, poca cosa:
ancha, sí; también ruidosa,
pero sin categoría.
Al llegar a Olavarria,
de Patricios desertamos
y por aquella tomamos
sin una meta precisa.
Ya sin risas ni sonrisas,
don Juan, mudo, me flanqueaba
y yo, paciente, aguardaba
que el hombre se dispusiera
a ser el Taboada que era
hasta su crisis reciente.
Tuve suerte: de repente
“largó el royo”, decidido:
-Que me perdone, le pido,
el desgraciado arrebato
que en plena calle, hace un rato, sin piedad me traicionó- dijo. Después sonrío, bastante recuperado.
Digerido al “entripado”,
señaló: -Querido amigo:
por demorarse conmigo
perdió usted su reposo…
-¡No lo crea!..Desde mozo
trasnochar es mi flaqueza,
y lo suyo…¡me interesa!—
sincero le respondí
Y río don Juan y yo reí
y caminamos del brazo…
Y encendió don Juan un “faso” y reconoció, cumplido:
-Perdone si no he podido
aquietar a la “sin hueso”…
Siempre caigo en este exceso
cuando comento el pasado-- .
Tras un guiño intencionado,
al ver que yo sonreía,
subrayó con simpatía,
recomponiendo la voz:
-Amalhaya le de Dios
cuanto me ha dado esta noche:
“Vermú”, nocturna y trasnoche, cumplidos ochenta y dos!

Como si ardiese la Boca
de Quinquela y Filibierto,
creciente y a cielo abierto
la lumbre de la alborada
nos sorprendió de parada
en Brandsen y Montes de Oca.
Algunas palabras, pocas,
y otro abrazo prolongado,
sellaron, con mutuo agrado,
aquella linda velada.
Y se fue... Se fue, Taboada…
Hacia el Sur… Por la avenida…
Con atención sostenida
lo vi alejarse…tranquilo,
bien erguido… en fin, UN KILO!
a pesar de la vigilia.

Las palomas de Barracas
(como las de “antes”, las mías),
inauguraban el día
en las cornisas de enfrente.
Barracas, muy lentamente,
salía de su letargo…
“si viene el 12 me largo”,
pensé con cierto optimismo,
porque me daba lo mismo,
ya del todo desvelado,
dejar al sueño “colgado”
hasta después del almuerzo.
Vino el 12. Sin esfuerzo
y sin cansancio, además,
en el asiento de atrás
ocupé el quinto lugar,
no sin antes apelar
a fingida prepotencia
(sabía, por experiencia,
que los 4 ya sentados
jamás se corren “a un lado”
para que el quinto se siente).

Y a las siete menos veinte
de aquel giorno de verano,
yo, Romualdo Garavano,
nochero recalcitrante,
descendí, lo más campante
en Callao y Tucumán.

Buenos Aires, octubre 1986.

 

Referencias :

Juan Taboada : Nació en Barracas en 1890.

Barracas : Barrio de la zona Sur de la ciudad de Buenos Aires, limitado por el Riachuelo, las avenidas Patricios, Caseros, Vélez Sarfield, Amancio Alcorta y calles Lafayette, Mirave, Labardén y Zabaleta.

Riachuelo : Tramo final del río Matanza. Límite, también, entre la capital Federal y la provincia de Buenos Aires.

Gabino : Se refiere al más importante payador argentino: Gabino Ezeiza.

Eduardo Arolas : Nació en Barracas el 24 de Febrero de 1892. Músico. Ganó fama como compositor y como ejecutante. Se lo conocía con el apodo de EL TIGRE DEL BANDONEON. Su primer tango, UNA NOCHE DE GARUFA, data de 1909 (tenía sólo 17 años de edad). Murió en París el 29 de Septiembre de 1924. Sus restos fueron repatriados el 19 de Abril de 1954. Entre sus numerosos tangos, figuran: DERECHO VIEJO, FUEGOS ARTIFICIALES, LA GUITARRITA, EL MARNE, LA CACHILA, ADIOS BUENOS AIRES, LAGRIMAS… Uno de los grandes del tango, sin duda.

Centenario : 25 de Mayo de 1910. Centenario de la Revolución de 1810.

Iriarte y Santa Elena : Calles de Barracas. Se cruzan en su sector oeste.

Montes de Oca : Avenida principal de Barracas.

Patricios : Avenida importante. Su posesión es compartida por Barracas y La Boca. El lado Oeste pertenece a barracas.

Olavarría : Calle de Barracas.

La Boca : Popularísimo barrio porteño, contiguo y al este de Barracas.

Quinquela y Filiberto : Benito QUINQUELA MARTIN, ilustre pintor boquense, ya fallecido. Juan de Dios FILIBERTO, otro grande del tango, sobre todo como compositor. Como su contemporáneo Quinquela Martín, nació y vivió siempre en La Boca.

12 : Línea de transporte colectivo. Recorrido: Plaza Falucho (Palermo) – Barracas, y viceversa.