Derechos reservados - año 1 - número 5

Indice

Escultura Africana

El Caballo en el Arte II

Cioran

¡Uy! La copa se rompió...

El Oboe

Fontanares del Jazz

Teatro Chino

El Taller de los Títeres

Wimpi

Pintura: R. Wullich

Tango: J. Burbridge

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Quienes Somos

 

Raquel Wullich

Querida Raquel: me pediste un prologo para tu exposición y yo te escribo esta carta. Prefiero las cartas, son más intimas, las palabras corren necesarias como peces en el agua y yo vengo de una ciudad que tiene un río…
Pienso en aquel marzo del 82, cuando llegaste a mi taller y me dijiste que no te animabas a agarrar un lápiz. Yo te ahuyente con mis Tapies, Miró, Gorky, Pollock, Millares, Torres, Motherwell… Pero te quedaste. ¡Ha pasado mucho tiempo? ¿Qué nos importa el tiempo! Pasa…seguramente. Y trabajaste mucho Raquel. Para vencer el tiempo. Tus trabajos crecieron. Con dudas pero con entusiasmo; crecieron sobre tantos otros, raspados, modificados infinidad de veces… Siempre buscando los medios apropiados, coherentes, mostrándose plenos, plástica afirmativa, sin artificios, creadora. El arte no reemplaza a la vida, ésta se instala espontánea, violenta o dulcemente en él. Sin verdad y necesidad no hay arte. Esta necesidad busca una forma, trama compleja donde expresarse y habitarla y ligarse a ella; la necesidad como punto de partida. Tu necesidad real y cotidiana de vivir la experiencia plástica es lo que me transmiten y me provocan tus pinturas y collages.
Raquel, aquí termino; me esperan mi mate, los bizcochos de grasa y la música de Manolo Juárez que me despierta todas las mañanas….

Así escribía Adolfo Nigro en agosto de 1985 antes de una exposición de Raquel Wullich, y que encontramos publicada en el libro Raquel Wullich Colección Los contemporáneos – Antonio Leyva <Fur printing Ediciones>Año 2000.
En la actualidad Raquel, pasa temporadas en Madrid y otras en Buenos Aires, donde, desarrolla su arte, pintando en la tranquilidad de su taller, acompañada de la tranquilidad de su interioridad.
Revista de Artes la presenta entre sus páginas con la seguridad de que muchos de sus lectores disfrutarán del placer de recorrer las concreciones de su mundo creativo.